La primera semana del papa en el hospital transcurrió sin especiales dificultades. Los problemas llegaron al día después de la rueda de prensa que dieron los médicos cuando Francisco cumplió una semana ingresado.
El papa sufrió una crisis respiratoria fuerte y, además, los análisis revelaron que sería necesario hacerle una transfusión de sangre. Al día siguiente, además, también detectaron el inicio de una infección renal leve.
Roma se puso a rezar. Tanto en el Gemelli… como en la plaza.
Cada día un cardenal dirigió el rosario al que acudieron cientos de fieles puntualmente a las nueve de la noche.
La infección renal desapareció a los pocos días y la salud del pontífice daba muestras de mejoría. El clima se hizo más optimista. Sin embargo otro imprevisto complicó las cosas. Fue al cumplirse dos semanas de su ingreso en el hospital, el 28 de febrero. El papa sufrió un broncoespasmo; una contracción de los músculos de los bronquios que le impedía respirar. Además esto le provocó un vómito que inhaló. A pesar de que consiguieron resolver el problema el cuadro clínico se complicó de nuevo.
JRB