Papa en Santa Marta: “No podemos usar a Jesús: el Señor es Él, no nosotros”

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26/04/2018
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En su homilía en Casa Santa Marta, el Papa dijo que la Última Cena revela tres verdades que son el fundamento de la Iglesia.   

Francisco explicó que Jesús hace dos gestos institucionales: da su cuerpo y sangre como alimento, y lava los pies de sus discípulos. Son dos acciones que hablan de dos mandamientos: el amor y el servicio. 

FRANCISCO
“Somos siervos, y no podemos ir más allá de Jesús. No podemos usar a Jesús. El Señor es Él, no nosotros. Este es el testamento del Señor. Pero tened cuidado: un siervo jamás es más grande que quien lo envía, que su señor”.

El Papa dijo que esto encierra la tercera lección: humildad verdadera y sencilla al servicio de lo que pide Dios. 

EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA EN ESPAÑOL
(Fuente: Vatican Media)
El Papa explicó que en la Última Cena Jesús “hace dos gestos que son instituciones”. Dos gestos para los discípulos y para la Iglesia que vendrá, “que son el fundamento, por decirlo de alguna manera, de su doctrina”.   

El Señor “da de comer su cuerpo y de beber su sangre”, o sea que instituye la Eucaristía, y procede al lavatorio de los pies. “De estos gestos nacen los dos mandamientos que harán que la Iglesia crezca si nosotros somos fieles”. 

El primero es el mandamiento del amor: ya no sólo “amar al prójimo como a ti mismo”, sino un paso más: “Amar al prójimo como yo os he amado”. 

“Sin el amor, la Iglesia no crece, se transforma en una institución vacía, de apariencias, de gestos sin fecundidad. Ir a su cuerpo: Jesús nos dice cómo debemos amar, hasta el final”.   

Y después, el segundo nuevo mandamiento que nace del lavatorio de los pies: “Servir unos a otros”. Lávense los pies unos a otros, como yo les he lavado los pies a ustedes. Dos mandamientos nuevos y una advertencia: “Ustedes pueden servir, pero enviados por mí, mandados por mí. Ustedes no son más grandes que yo”.   

Jesús aclara en efecto que “un siervo no es más grande que su patrón, ni que un enviado es más grande que quien lo ha mandado”. Esta es la humildad sencilla y verdadera, y no “la falsa humildad”. 

“Saber que Él es más grande que todos nosotros, y que nosotros somos siervos, y no podemos superar a Jesús, no podemos usar a Jesús. Él es el Señor, no nosotros. Éste es el testamento del Señor. Se entrega a sí mismo como comida y bebida y nos dice: ámense así. Lava los pies, y nos dice: sírvanse así, pero estén atentos, un siervo jamás es más grande de quien lo envía, del patrón. Son palabras y gestos contundentes: es el fundamento de la Iglesia. Si nosotros vamos adelante con estas tres cosas, no nos equivocaremos jamás”. 

Los mártires y los santos fueron adelante así, “con la conciencia de ser siervos”. Y después Jesús añade una advertencia: “Yo conozco a los que he elegido” y dice: “Y sé que uno de ustedes me traicionará”. Por esta razón el Papa concluyó aconsejando a todos, en un momento de silencio, que nos dejemos mirar por el Señor: “Es dejar que la mirada de Jesús entre en mí. Sentiremos tantas cosas: sentiremos amor, quizás no sintamos nada… o estaremos bloqueados allí, sentiremos vergüenza. Pero dejar siempre que la mirada de Jesús llegue. La misma mirada con la que miraba en la cena, aquella noche, a los suyos. Señor tú conoces, tú sabes todo”. 

Como Pedro en Tiberíades: “Tú conoces, tú sabes todo. Tú sabes que te amo, sabes lo que hay dentro de mi corazón”. Amor hasta el final y servicio. “Y usemos una palabra un poco militar, pero que nos sirve: subordinación, es decir, Él es el más grande, yo soy el siervo, nadie puede superarlo”. 

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