Las amenazas que recibe la Iglesia en el Amazonas por combatir la trata de seres humanos

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11/10/2019
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Puerto Nariño es una de las ciudades más turísticas de la Amazonía colombiana. Un desarrollo que está favoreciendo a la población, pero que no solo ha permitido la llegada de visitantes sino también de problemas que no existían, ni para sus habitantes ni para las comunidades indígenas de la zona. Uno de ellos es la prostitución forzada y el tráfico de seres humanos.

NATHALIA FORERO
Trabajadora social
“Las comunidades indígenas se vuelven poblaciones mucho más vulnerables, ¿por qué? Por estar especialmente situadas en esa zona fronteriza, los traslados y los controles por parte de las instituciones oficiales son prácticamente nulos. Es por lo tanto una poblacion que se encuentra un poco como a la deriva. Solo esperan que el visitante llegue con buenas intenciones porque no hay unas instituciones para protegerlos o defenderlos”.

El problema alcanzó también a esta escuela. Aquí las religiosas detectaron que una red de tráfico de personas intentó captar a al menos 10 de las niñas que provienen de las comunidades indígenas. Las religiosas se enfrentaron al proxeneta.

SOR EDELMIRA PINTO
Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl
“Lo enfrentamos y le dijimos a él en varias ocasiones que no tenía por qué meterse con nuestros estudiantes, con nuestras estudiantes específicamente”.

Para conocer la profundidad y la extensión de la amenaza, las hermanas contrataron a Nathalia, una trabajadora social que investigó los hechos. Junto a ella descubrieron cómo funcionaba la organización criminal y lo que hizo a las menores.

SOR EDELMIRA PINTO
Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl
“Las engañó, las llevó a Perú, a Brasil o a la ciudad de Leticia. Allí él hacía sus negocios y después las regresaba aquí, a Puerto Nariño”.
“Engañándolas con mentiras que hacían que las niñas no se dieran cuenta de que las llevaba para explotarlas sexualmente”.

El proxeneta fue detenido en febrero de 2019 para sorpresa de todos. Murió en prisión solo un mes después. El enfrentarse al sucio negocio del tráfico de seres humanos ha valido a la hermana Edelmira y a Nathalia amenazas, advertencias e insultos.

SOR EDELMIRA PINTO
Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl
“Nosotras íbamos a Puerto Nariño tranquilamente pero después de eso sentimos miedo. Si salimos hoy, siempre salimos con alguien, no salimos solas”.

NATHALIA FORERO
Trabajadora social
“Hemos sentido amenazas y hostigamientos. No se quiere visibilizar el fenómeno. Nos dicen que mejor no lo hablemos, que tengamos mucho cuidado, porque también está relacionado con el tema narcotráfico. Es un tema muy complejo precisamente porque son cadenas ilegales que se entrelazan y conectan. Esas cadenas son estructuras muy fuertes y peligrosas”.

Nathalia ahora forma parte de la Red de Enfrentamiento a la Trata de Personas en la Triple Frontera junto a religiosas en Brasil y Perú y un sacerdote jesuita en Colombia. Un equipo internacional que intenta prevenir y combatir este crimen contra la humanidad casi tan lucrativo como el narcotráfico o el contrabando de armas.

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