Papa en Santa Marta: La fidelidad de Dios siempre nos precede

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15/04/2020
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Durante la homilía de su Misa en Casa Santa Marta, el Papa Francisco meditó sobre la fidelidad de los hombres a Dios y viceversa.

FRANCISCO
Y la fidelidad es ese padre que puede subir muchas veces a la terraza para ver si su hijo regresa y no se cansa de subir: lo espera para celebrarlo. La fidelidad de Dios es una fiesta, es una alegría, es una alegría tal que nos hace hacer como hizo este paralítico: entró en el templo caminando, saltando, alabando a Dios.

Subrayó que Dios ama siempre primero a los hombres y que por eso, la fidelidad de los hombres a Él, es en realidad una respuesta a ese amor.

TEXTO DE LA HOMILÍA EN ESPAÑOL

(Fuente: Vatican News)

Ayer reflexionamos sobre María Magdalena como un icono de la fidelidad: la fidelidad a Dios. ¿Pero cómo es esta fidelidad a Dios? ¿A qué Dios? Precisamente al Dios fiel.

Nuestra fidelidad no es más que una respuesta a la fidelidad de Dios. Dios que es fiel a su palabra, que es fiel a su promesa, que camina con su pueblo llevando a cabo la promesa cerca de su pueblo. Fiel a la promesa: Dios, que continuamente se hace sentir como el Salvador del pueblo porque es fiel a la promesa. Dios, que es capaz de rehacer las cosas, de recrear, como lo hizo con este paralítico de nacimiento que re-creó sus pies, lo sanó, el Dios que cura, el Dios que siempre trae consuelo a su pueblo. El Dios que recrea. Una nueva re-creación: esta es su fidelidad con nosotros. Una re-creación que es más maravillosa que la creación.

Un Dios que va adelante y que no se cansa de trabajar – digamos 'trabajar', 'ad instar laborantis', como dicen los teólogos – para llevar al pueblo adelante, y no tiene miedo de 'cansarse', digámoslo así... Como aquel pastor que cuando llega a casa se da cuenta de que le falta una oveja y va, vuelve a buscar la oveja que se perdió allí. El pastor que trabaja horas extras, pero por amor, por fidelidad... Y nuestro Dios es un Dios que trabaja horas extras, pero no a cambio de un pago: gratuitamente. Es la fidelidad de la gratuidad, de la abundancia. Y la fidelidad es ese padre que puede subir muchas veces a la terraza para ver si su hijo regresa y no se cansa de subir: lo espera para celebrarlo. La fidelidad de Dios es una fiesta, es una alegría, es una alegría tal que nos hace hacer como hizo este paralítico: entró en el templo caminando, saltando, alabando a Dios. La fidelidad de Dios es una fiesta, es una fiesta gratuita. Y una fiesta para todos nosotros.

La fidelidad de Dios es una fidelidad paciente: tiene paciencia con su pueblo, lo escucha, lo guía, le explica lentamente y enardece su corazón, como lo hizo con estos dos discípulos que se alejaban de Jerusalén: les enardece el corazón para volver a casa. La fidelidad de Dios es lo que no sabemos qué pasó en ese diálogo, pero fue el Dios generoso que buscó a Pedro, el que lo negó. Sólo sabemos que el Señor ha resucitado y se le ha aparecido a Simón: lo que pasó en ese diálogo no lo sabemos. Pero sí, sabemos que fue la fidelidad de Dios la que buscó a Pedro. La fidelidad de Dios siempre nos precede y nuestra fidelidad es siempre la respuesta a esa fidelidad que nos precede. Es el Dios que siempre nos precede. Y la flor del almendro, en primavera: florece primero.

Ser fiel es alabar esta fidelidad, ser fiel a esta fidelidad. Es una respuesta a esta fidelidad.

Daniel Díaz Vizzi

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