El coronavirus se ha cebado especialmente con Italia.
Banderas a media asta
Procesiones fúnebres de camiones militares cargados de féretros
Papas que rezan por el fin de la pandemia bajo la lluvia en una plaza de San Pedro vacía
Los hospitales se han convertido en los escenarios de la tragedia, donde se puede sentir el dolor en toda su magnitud. Así lo cuenta Gerardo Rodríguez. Es capellán del principal hospital de Roma en atención a enfermos de coronavirus.
P. GERARDO RODRÍGUEZ
Capellán Hospital Spallanzani (Roma)
“Entre las cosas más difíciles y duras que estamos viviendo en este tiempo en el hospital para nosotros sacerdotes es tener que acompañar a la persona que ha muerto en completa soledad. Me sucede muy a menudo en estos días de yo tener que dar la bendición a un ataúd solo, el difunto y yo y a lo mejor el operador sanitario haciendo un video para la familia que está en la casa y que no puede acompañar al difunto”.
El padre Gerardo recuerda casos dramáticos como el de una mujer joven de 28 años. Había dado a luz hacía dos meses y falleció sola en el hospital. O la historia del hombre que pidió a un sacerdote antes de morir. El padre Gerardo, para evitar el contagio, tuvo que comunicarse con él a distancia, casi a gritos, para que el enfermo, apenas sin fuerzas, pudiera oír.
P. GERARDO RODRÍGUEZ
Capellán Hospital Spallanzani (Roma)
“Le pedí que hiciera un movimiento pequeño con la mano o con el pie, para demostrarme si estaba atento a lo que yo le decía. Le di la absolución de los pecados, le recordé el amor que Dios le tiene y que en este momento estaba quizás por entregar su alma al Creador, rezamos juntos el Padrenuestro, lo encomendamos a la Virgen… y a este hombre, cada vez que le preguntaba si estaba escuchando y si entendía lo que decía, él respondía haciendo un movimiento con la mano o con el pie para hacerme entender que sí, que entendía. ¿Dónde está Dios en todo esto? Para mí en ese enfermo. Y para él Dios estaba en mi persona. Es una de las cosas más difíciles de hacer en este momento. Hacer entender a las personas que Dios no las ha abandonado, que está ahí”.
Italia fue el primer país europeo en adoptar medidas drásticas para afrontar la pandemia. Sus habitantes viven confinados en sus casas, donde en ocasiones se dan cita para cantar y darse ánimos.
Es entonces, cuando las calles vacías de la ciudad eterna se llenan de la música de cantantes italianos populares o célebres. Desde la emblemática Piazza Navona, por ejemplo, se pudieron escuchar las notas llenas de nostalgia de la banda sonora de “Érase una vez en América”, de Ennio Morricone.
Javier Romero